El Día de la Madre es
también muy importante para el pueblo japonés, especialmente para los seguidores
del sintoísmo.
Creen en los kami o espíritus de la naturaleza. Durante este día
se homenajea a Amaterasu (“diosa gloriosa que brilla en el cielo”), la diosa
del Sol y antepasada de la Familia Imperial de Japón, una de las deidades más
importantes de la cultura japonesa y de la que se dice es madre del pueblo
japonés. De hecho, la bandera de Japón representa un sol naciente, símbolo de
Amaterasu.
Amaterasu (Diosa gloriosa que brilla en el cielo) es la
Diosa de la Luz y de la compasión
Amaterasu tenía otros dos hermanos: Susanoo y Tsukuyomi.
El padre de los tres, Izanagi, había repartido su reino
quedando para Amaterasu el sol y el cielo, para Tsukuyomi la luna y la noche y
para Susanoo, el rayo, la tierra y el mar.
Susanoo quedó no estaba conforme con el reparto y se dedicó
a hacer maldades.
Cuando el dios de la tormenta cometió un acto de violencia
contra el género femenino, matando varias doncellas de Amaterasu, ésta se
molestó y se refugió en una cueva privando al mundo de la luz…
Los kami rogaron desde la entrada de la caverna que
retornara a la superficie, hasta que la diosa Uzume danzó de manera obscena
utilizando como complemento un espejo mágico. Las risas despertaron la
curiosidad de Amaterasu, que finalmente abandonó su reclusión voluntaria y al
ver su imagen en el espejo quedó deslumbrada por el fulgor que irradiaba.
Tsukuyomi su otro
hermano también hacia de las suyas. Mató a Uke-Mochi, la diosa de la comida, en
una fiesta. Amaterasu se enfadó con él y desde entonces no ha vuelto a
hablarle. Por eso el sol y la luna nunca se encuentran.
Así, regresó al mundo para ocultarse sólo por las noches, y
la tierra volvió a ser lo que era.
Saludos cordiales desde Bilbao
Beti Andrés